Esta vez, a Morgan no lo hicieron. Y no fue una cuestión de voluntad, sino esa típica desorganización de las cosas a las apuradas. Resulta que como el Día de “La Vuelta de Obligado” fue feriado casi sin aviso, tanto los micrófonos como el éter se negaron a las caricias radiales.
Los ejecutantes de la ópera morganiana estaban dispuestos. Uno llegaría desde San Miguel, el otro desde Villa del Parque y el tercero, desde Ituzaingó, incluso. Pero la contraorden llegó tardía y, obvio, al de Ituzaingo lo agarró en el tren, con lluvia, y a las puteadas.
Parece que cortaron algunas cabezas, los muchachos de Morgan. Y parece, también, que con ese ajo saltearon varias ensaladas de las buenas.
Entonces quizás, sólo quizás, el próximo lunes haya programa.
Los ejecutantes de la ópera morganiana estaban dispuestos. Uno llegaría desde San Miguel, el otro desde Villa del Parque y el tercero, desde Ituzaingó, incluso. Pero la contraorden llegó tardía y, obvio, al de Ituzaingo lo agarró en el tren, con lluvia, y a las puteadas.
Parece que cortaron algunas cabezas, los muchachos de Morgan. Y parece, también, que con ese ajo saltearon varias ensaladas de las buenas.
Entonces quizás, sólo quizás, el próximo lunes haya programa.